miércoles, 4 de junio de 2008

La emoción más antigua

Graciela Beatriz Cabal


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Dicen que los coleccionistas suelen ser personas de larga vida. Parece que a ellos nunca les llegara la hora de morirse. Mejor dicho, sí, les llega, igual que a todo el mundo, pero los coleccionistas se resisten a morir. Y no se mueren. ¿Y eso por qué? Porque a su colección más bien a sus colecciones siempre les anda faltando algo...

Caso parecido, creo yo, es el de los lectores. Hablo de los lectores adictos, de los que leen lápiz en mano, como le gusta a Steiner, dialogando con el autor; de los que jamás salen sin un libro en la mano, por cualquier cosa; de los que compran libros que, intuyen, nunca van a llegar a leer; de los que están deseando volver a casa para arrebujarse dentro del libro que están leyendo; de los que repasan la historia de su propia vida a través de las marcas que fueron dejando en sus libros; de los que acarician los libros y los olfatean y duermen con ellos debajo de la almohada; de los que abren un libro al azar para encontrar la respuesta a alguna pregunta, el consuelo a algún dolor; de los que retrasan la lectura de las últimas páginas para alargar el placer; de los que cuando terminan un bello libro se preguntan: "¿Y ahora, qué va a ser de mí?".
Mi papá era un lector de ésos. "Todavía no me puedo morir decía, disculpándose : tengo que terminar El otoño del patriarca... ". Y no se moría. Porque antes de terminar ese libro ya empezaba otro. Y entonces era cosa de nunca acabar. Una estrategia, como cualquier otra. Es que para lectores así la muerte es un verdadero escándalo. Con todo lo que hay que leer...


Nota: Esto es solo algo de lo que pueden encontrar en el libro de Graciela Cabal, La emoción más antigua, para ella la emoción mas antigua es precisamente la lectura. Lo editó Sudamericana en el 2001.


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