
Como no hay ninguna regla que no permita leones en la biblioteca, el león llega silencioso y puntual a la hora del cuento. Hasta que un día empieza a rugir, rompiendo una de las principales reglas de las bibliotecarias: SILENCIO.
Este cuento nos viene bien a todos los bibliotecarios, para recordar que a veces es necesario hacer a un lado el reglamento.
Es un cuento de Michelle Knudsen, e ilustrado por Kevin Hawkes, editado por Ekaré.
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